Río DordoñaRío Dordoña
©Río Dordoña|Déclic et Décolle

El río Dordoña

Serpenteando majestuosamente por nuestra región, el río Dordoña ofrece un espectáculo encantador: sus apacibles meandros bordeados de viñedos reflejan el apacible modo de vida de la región del Périgord, invitándole a bucólicos cruceros donde gastronomía, vino y paisajes se combinan en una sinfonía de los sentidos.

Un río Reserva de la Biosfera

Este apacible río es un paraíso tanto para los amantes de la naturaleza como para los pescadores. Con más de 40 especies de peces, entre ellas el famoso salmón atlántico, la trucha, el lucio y la carpa, la Dordoña ofrece una notable diversidad de vida piscícola. Cada año, casi 15.000 pescadores vienen a pescar, guiados y apoyados por apasionadas asociaciones locales como la Federación de Pesca de la Dordoña.
Pero la Dordoña no es sólo para pescadores. Los aficionados al piragüismo y al kayak encontrarán en ella un terreno de juego ideal. Más de 20 centros de deportes náuticos bordean sus orillas, ofreciendo excursiones que van desde unas horas a varios días. Es una forma única de descubrir el espectacular paisaje de nuestra región, con sus acantilados de piedra caliza, sus castillos encaramados y sus playas de guijarros.
El río también desempeña un papel crucial en el equilibrio ecológico de la región. Sus humedales albergan una gran riqueza de flora y fauna, incluidas especies raras como la nutria europea y el visón americano. Los esfuerzos de conservación realizados en el marco de la Reserva de la Biosfera pretenden mantener este frágil equilibrio entre las actividades humanas y la conservación de la naturaleza.
Ya sea pescando al amanecer, recorriendo el río en canoa o simplemente admirando el resplandor dorado del sol poniente, la Dordoña ofrece momentos de pura magia. Testigo mudo de la historia de nuestra región, sigue modelando día tras día la vida y los paisajes de la región de Bergerac.

La vía verde 91

De Prigonrieux a Mauzac, la V91 es un recorrido de 40 km a lo largo del río Dordoña. A pie, en bicicleta o en patines, venga a disfrutar de la tranquilidad de las orillas del Dordoña.

Leyenda El corredor

Una pequeña anécdota local: ¡los habitantes de la región de Bergerac son muy aficionados a la leyenda del Coulobre! Pero, ¿de qué se trata? Transmitida oralmente en el Périgord desde el año 1000, el Coulobre forma parte de nuestro patrimonio imaginario.

Algunos incluso ven en los meandros de Trémolat una herencia del Coulobre.

El Coulobre (que significa serpiente en occitano) es una misteriosa y legendaria criatura alada, en parte serpiente, en parte dragón, que ronda las orillas del Dordoña y se esconde en la ladera de un acantilado en Lalinde. La bestia escupe fuego a las barcazas, ataca a los estibadores, hunde los barcos, captura a las lavanderas y luego las devora en su cueva. Se habla incluso de una maldición para la ciudad de Lalinde.

De hecho, en la Edad Media, Lalinde era un temido punto de paso para las barcazas. El tramo de Lalinde a Tuilière era peligroso. La Dordoña, con sus aguas a veces bajas, era la causa de muchos accidentes y naufragios, que en la Edad Media se atribuían al Coulobre (que en realidad representaba a Satán). El dragón siempre ha representado el mal en la religión católica.

Se dice que San Front, obispo de Périgueux, intervino para abatir y derrotar al monstruo. Hay varias versiones: se dice que ahogó a la bestia, que la mató con su bastón o que la quemó, pero la versión más conocida es ésta: La criatura se asustó y desapareció para siempre. Desde este acto milagroso, St Front tiene su propia capilla en Couze St Front. El escondite del monstruo también puede verse no muy lejos, en la ladera del acantilado. Así pues, se creó un culto en torno a este santo patrón del Périgord.

La leyenda del Coulobre estaba tan presente en la mente de los habitantes de Bergerac y de los gabarreros que está representada en el escudo de la ciudad de Bergerac.

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